martes, 23 de marzo de 2010

Reseña histórica: Monseñor Romero







MONSEÑOR ROMERO. A 30 AÑOS DE SU ASESINATO

Valeria Morales

“El que esté en conflictos con el pueblo estará en conflictos conmigo”
20/8/1978

Oscar Arnulfo Romero nació en Ciudad Barrios (San Miguel) en el Salvador, el 15 de agosto de 1917.

A la edad de 14 años, Romero ingresa al seminario menor de San Miguel. Allí permaneció durante 6 ó 7 años. En 1937 ingresa al Seminario Mayor de San José de la Montaña en San Salvador. Siete meses más tarde es enviado a Roma para proseguir sus estudios de Teología. En Roma le tocó vivir las penurias y sufrimientos causados por la Segunda Guerra Mundial.
En 1974, fue nombrado Obispo de la Diócesis de Santiago de María.

En este lugar, Monseñor Romero empezó a conocer de cerca las condiciones de pobreza y miseria en que intentaban sobre vivir los campesinos. Sumado a esto, se fue enterando que muchas de las personas ricas que colaboraban con él y con la Iglesia, cometían injusticias contra los campesinos, negándoles salarios dignos para mantener a sus familias.

De esta forma, tanto en San Miguel como en Santiago de María, seguía observando que la pobreza e injusticia social era parte de un gran número de personas en El Salvador, mientras que un grupo muy reducido vivía con grandes lujos.

Monseñor Romero abrió las puertas de la iglesia al pueblo salvadoreño, en busca de una sociedad justa y solidaria. Se involucró en conflictos laborales, apoyó a campesinos perseguidos, creó una oficina de defensa de los derechos humanos y defendió con firmeza los derechos de las personas más desposeídas de este país.

Producto de esta forma de pensar y actuar, Monseñor, se enfrentó a múltiples obstáculos, le llamaron revolucionario, marxista e incitador de violencia. Sin embargo, esto jamás le hizo claudicar, a pesar de que su vida estaba en riesgo, si continuaba manteniendo sus posturas.

Se mantuvo al lado del pueblo, hasta que fue asesinado el 24 de marzo de 1980, mientras celebrara la Misa en la Capilla del Hospital La Divina Providencia. Asesinado de la misma forma en que asesinaron a otros sacerdotes: Barrera Motto, Rutilio Grande, Navarro Oviedo y Ortiz, según el mismo Romero, a todos ellos los mató “la oligarquía y los guardianes de sus riquezas” escuadrones de la muerte, encargados de exterminar las voces de lucha en América Latina.

Y los mataron porque organizaron al pueblo, porque urgían el cambio en las estructuras sociales y económicas.

Debe entonces quedar claro que Romero fue asesinado por optar por el pueblo, las mayorías, los pobres, los excluidos y porque esto claramente lo enfrentaba con los sectores poderosamente económicos de El Salvador, en sus palabras no hay ninguna duda de ese compromiso:

“Creo más que nunca las organizaciones de masas, creo en la verdadera necesidad de que el pueblo se organice, porque creo que las organizaciones de masas son las fuerzas sociales que van a empujar, que van a presionar, que van a lograr una
sociedad auténtica, con justicia social y libertad” (Entrevista PrensaLatina 15 de febrero de 1980).

Por la trayectoria de un hombre como “San Romero de América” , esta fecha debe ser recordada, trabajando día a día por un mundo solidario e inclusivo, en el cual las injusticias sean erradicadas, de lo contrario su muerte y la de muchas otras personas que han muerto luchando, habrá sido en vano.






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